Gabriela era una madre soltera, de 40 años de edad, trabajadora, que siempre pensaba en el bienestar de su hijo, Mario. Sabía que el futuro era incierto, pero su mayor preocupación era qué pasaría con Mario si algo le sucediera a ella. Aunque trabajaba duro, el dinero siempre era ajustado, y la idea de contratar un seguro de vida parecía un lujo inalcanzable.
Un día, mientras hojeaba una revista, Gabriela se encontró con un anuncio sobre seguros de vida. Sintió curiosidad y decidió investigar. Para su sorpresa, descubrió que podía obtener una póliza adecuada a su presupuesto, que por $500 al mes garantizaría el futuro de Mario en caso de que ella faltara.
Con el corazón tranquilo, Gabriela contrató el seguro de vida. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero nunca imaginó cuán pronto se pondría a prueba. Tres años después, Gabriela fue diagnosticada con una enfermedad terminal. La noticia fue un golpe devastador, pero en medio de la tristeza, Gabriela encontró consuelo en saber que Mario estaría protegido.
Tras el fallecimiento de Gabriela, Mario recibió la suma asegurada de $1,123,500. Ese dinero le permitió continuar sus estudios, pagar sus gastos y construir un futuro prometedor. La historia de Gabriela es un testimonio del poder de la previsión y la importancia de proteger a quienes amamos.
Si eres padre o madre, o si tienes personas que dependen de ti,considera la posibilidad de contratar un seguro de vida temporal. No esperes a que sea demasiado tarde.
La historia de Gabriela es un ejemplo de cómo un pequeño acto de previsión puede marcar una gran diferencia en el futuro de quienes más amamos.